Thursday, June 30, 2005

Adams Morgan y los cafés de 18th Street

Adams Morgan es el barrio más bohemio, cool y relajado de D.C. Tiene miles de bares y cafetines y la gente varía entre los trajeaditos que se vienen por una cerveza, los colegiales con espinillas que intentan conseguirse una bebida sin mostrar identificación y otros como yo, que simplemente están por el barrio y quieren cenar y disfrutar del espectáculo que la fauna local provee. Mi café favorito: Tryst. No sólo tiene internet grautito (no como Starbucks y Caribou Coffee) sino que las tazas de café parecen tazones de sopa y la comida es deliciosa. Para los fanáticos de FRIENDS, les cuento que Tryst parece Central Perk: hay mesas y sillones por todas partes y la gente puede venirse y tirarse en un sillón hasta enfadarse. Cabe mencionar, que los meseros son bastante atractivos... :)

El verano, el bañador y el autobronceador

Es por todos bien sabido: odio el verano. Odio el calor y la humedad que conlleva este clima desastrozo. Y así, llego a Washington que en estas fechas pareciera constituirse como una oda precisamente al calor, la humedad y el bronceado perfecto.

Me pregunté cómo es que logran ese bronceado si a) trabajan de 9 am a 5 pm, de lunes a viernes y b) no hay playa en la cercanía. Una amiga me responde que eso se soluciona con el autobronceador y las piscinas de los complejos de apartamentos, y largas horas durante los fines de semana.

Primer problema: traje 10 pares de zapatos (literalmente) pero no hay traje de baño. Me medí TODOS los trajes de baño y finalmente, 72 horas después de haber iniciado la empresa, habemus bañador. Ahora, hacía falta comprar el autobronceador y aplicarlo como se debe.
Ahora espero salir el verano y no morir en el intento. We'll see...

La primera roomate de mi vida

Todos conocen el viacrucis que fue encontrar vivienda en D.C. después del fiasco del cuarto que tenía "arrendado" desde antes de partir de Chicago. Bueno pues Amy me cayó del cielo. Lo digo porque le dejé un mensaje en su celular y fue la única que contestó mi llamada. Primero me dejó un mensaje diciéndome "gracias por tu mensaje, pero ya lo tengo prometido para una persona que viene a ver la habitación en una hora; sino funciona, te marco". Yo obviamente, con lo abrumada que estaba en ese momento, pensé que nunca me llamaría. Pues me llamó: qué felicidad. Fui a ver el apartamento y me quedé ahí por 10 días en lo que se desocupaba el lugar en el que estoy ahora en Arlington. Amy es la primera roomate de mi vida (violines!!!). Es todo un personaje: es una estadounidense, judía, 30 y algo, poeta y ávida lectora de la literatura zen y de esos libros de "cúrate a tí mismo", "sanando tu aura" y esas ondas. Es de lo más linda! Literalmente, me dió buen karma (frotando las palmas de su mano me dió 'buena vibra').
Aún cuando ya desocupé el cuarto en su casa, no seguimos viendo. Ella fue la que me invitó a ver la exposición de Visual Media en el Hirshhorn. Aquí se las presento, autoretrato de las dos, a unos minutos de mi partida.

Jazz en vivo en el Sculpture Garden del National Gallery of Art

Todos los viernes del verano, de 5 a 8 PM se puede disfrutar de jazz en vivo en el Sculpture Garden del National Gallery of Art. La gente se va, se sube los pantalones y mete los pies en la fuente para refrescarse. La escena es en verdad gozosa: los ejecutivos con los pantalones hasta las rodillas refrescándose de lo lindo, todos bebiendo sangría, el grupo de jazz a tono, un grupo de personas se prepararon con la canasta y la manta para el picnic, mientras un grupo de niños rodean al vendedor de helados mientras ven a unos partir con medio helado derritiéndose y la otra mitad embarrado en la cara, y otros más chicos intentan bailar con la música. Very French-like. Yo, gafa de sol y pierna cruzada, me recargo en las bancas, bebo mi sangría y disfruto de la tarde.

La mudanza Machuca-Rojas


En Septiembre de 2004 este pequeño retoño, lucero de abril (yo) parte del hogar familiar y se muda a Chicago. Como en canción de Juan Gabriel, "yo era muy felíz", hasta que me mudé. La "mudanza" requirió de varios días para empacar mi vida en dos maletas (je, 3 y la de mano, en realidad). Ahora, se requirieron múltiples cajas de cartón de distintos tamaños, 2 cintas canela, muchas horas-mujer de esfuerzo, sudor, lágrima, quejumbres, descansos, litros de clight de fresa y frambuesa, goma de mascar, putumayos a todo volúmen y varios minutos aire en llamadas telefónicas para quejarme de lo miserablemente aburrido que es empacar y mudarse.

Aún cuando fuí la feliz acreedora de 5 cajas de cartón de mi vecino Campillo, los trabajos demandaron una visita a Office Depot y Ace Harware para comprar más. Una vez en la tienda, Rojas y yo nos dimos cuenta que no sería tan fácil encontrarlas dado la gran mayoría de los estudiantes se encontraban en la misma situación que nosotras y básicamente se nos habían adelantado (ya el stock de las tiendas estaba casi en ceros). Afortunadamente, un hermano del staff del Ace nos dijo -literalmente- entre dientes, que ya se les habían acabado las cajas pero que quizás estaríamos i-n-t-e-r-e-s-a-d-a-s en revisar el contenedor de basura reciclable de la tienda. Así, nos dirigimos al contenedor, en donde ya estaban un par de buitres (i.e. otros estudiantes como nosotras) quienes se dirigían a urgar entre la basura para rescatar las cajas que estuvieran en condición de ser utilizadas. La competencia por las cajas resultó más bien facilita, digamos que la rapiña salió muy pulcra y no querían ensuciarse las manos, así que decidieron partir sin nada. Rojas, con toda determinación (misma que saludo y ante la cual me quito el sombrero), se anima a menterse DENTRO del contenedor para seleccionar las cajas que mejor nos sirvieran. Así, aventé a la chica colombiana a la basura mientras ella sólo esperaba que no le fuera a salir una rata por ahí. Resultado? aproximadamente 12 cajas de distintos tamaños deambularon por Hyde Park, por la 54 y Harper y después, por la 53 hasta Kenwood. Después de la odisea de las cajas corrugadas, nos dirigimos a casa de Pablo (peruano, miembro de la mafia latina de la Harris) a recoger el Secadamóvil, mismo que nos fue entregado en custodia para que lo usaramos en la mudanza desde casa hasta el depósito que quedaba en el centro de Chicago.

El Secadamóvil, señoras y señores, requiere de un párrafo especial. Pablo compró su auto (una "guayín" Escort como 90 y algo) de una señora quien al responder a la pregunta "hace cuánto que le cambió el líquido de la transmisión?" con un "la transmisión tiene líquido????", proporcionó toda la información necesaria sobre el mantenimiento del mismo. Precio de venta: 1500 USD. Sin embargo, el Secadamóvil vale más que eso y para los fines de la familia Secada es más que suficiente. El único "detalle" que tiene (y que lo hace único en su especie) es el asunto de las velocidades: digamos que es un auto "semi-automático": en teoría (y por producción) el coche es automático, sin embargo, le "cuesta trabajo" agarrar las velocidades. Así que el coche es de maña: uno lo prende, lo pone en DRIVE y avanza. Cuando se escucha que el motor requiere del cambio, uno hace un movimiento velóz y cambia a neutral y después a drive. Con eso entra la segunda. Si no entra bien, hay que hacerlo de nuevo. Cuando llama por la tercera, se aplica el mismo procedimiento. Ahora bien cuando clama por la cuarta, hay que hacer lo mismo o rogar que en algún momento (y antes de que reviente el motor), el auto la acepte. Obviamente, el día de la entrega del auto correspondía una prueba de manejo. Todo resultó bien, se practicó la maña, se recibieron instrucciones de estacionado y partimos.

Nos sentíamos S-O-Ñ-A-D-A-S. Sobre todo yo, que de verdad que extraño no tener auto. No saben el placer que resultó ir a la gasolinera a cargar combustible. Yo que siempre había querido manejar un Audi semiautomático, ahora tenía la oportunidad de hacerlo con un Escort guayín (not bad, eh?). Ese día, Cris y Andrés (venezolanos, amigos de la escuela) nos invitaron a cenar y salimos a pasear en el auto aún cuando el matromonio vive a 6 cuadras de mi ex-casa. Esa noche, Rojas me amenazó con que llegaría tempranísimo para iniciar la mudanza (promesa que cumplió).

Día de mudanza

8.00 AM - suena mi celular y veo en el identificador de llamadas "call from Carolina": ya venía en camino, me pregunta cómo quiero mi Starbuck's y si ya hablé con César (un chamo venezolano, también de la escuela) quien siendo un ángel de verdad, aceptó de buena gana ser nuestro chalán y trabajar a cambio de alimento (cosa que fue provista aunque no de manera muy puntual). Yo (que ya estaba despierta), le digo a Roh-jas que no se nada del chamo y me apresuro a terminar de empaquetar las últimas cajas.

9.00 AM - César llega al 5220 de Kenwood y pide que le dejemos entrar. Se le entrega su café y se hace el "recuento de los daños" (entiéndase, se revisa cuántas cajas tengo, qué tan pesadas, etc.). Rojas se impacienta.

09.30 AM - Comenzamos a cargar el Secadamóvil. Evidentemente, decidimos que se requiere más de un viaje. Afianzamos las maletas que cargamos en el techo del auto, reviso que haya visibilidad al manejar y nos metemos en el auto, conductor y dos copilotos en el asiento delantero. Nuestro ángel mudanzero halaga nuestras habilidades de distribución de carga y cito: "No chama, si se supone que yo soy el ingeniero y ustedes me salen con mejores ideas que yoooo, no sé que me pasa pues!"). Don Cesarinho tiene después, la experiencia casi religiosa de conocer los cinturones de seguridad automáticos -y logra evitar el intento de asfixia en la 10a. ocasión-. Totalmente ensardinados, partimos hacia el depósito. Yo, confío en que mis copilotos saben hacia dónde vamos. Ellos, confían en mí. Cuando nos damos cuenta del malentendido, confiamos en que de alguna forma encontremos la calle.

10.30 AM - Llegamos al depósito y nos indican cuál es nuestra bodega. La dependienta es todo un personaje: una chica totalmente alegre (demasiado, para mi gusto) quien NO DEJÓ DE HABLAR y sacarnos plática en todo momento. César se divierte con los diablitos de carga y magistralmente descarga el auto en segundos. Subimos al depósito y comenzamos a descargar. Llenamos las formas y pagamos el depósito -la dependienta sigue alegre y dicharachera.

11.30 AM - Regresamos por la segunda tanda, sacamos los precederos (uno de los beneficios "salariales" de César, quien es el feliz acreedor de una despensa Costco patrocinada por el Mexican tax-payer). Mi departamento queda vacío (ojito Remy...). Llegamos al depósito y Caro y César se adelantan. Sin darse cuenta, activan la alarma de robo del quinto piso y la dependienta les grita por el interfón: "hola amiguitos, sé lo que están haciendo, los estoy viendo por las cámaras!". Nos recuerda que cada vez que entremos a la bodega debemos de teclear el código de seguridad. Huímos desesperados por tanto entusiasmo y amabilidad (será que está en drogas?).

1.00 PM - Comémos el lunch en el bistro americano de McDonalds: su Big Mac y su coca-cola para cada uno de los cargadores y proseguimos con el hogar Rojas quien debo reconocerlo, tiene menos tilichero que yo (todas sus cosas caben en un solo viaje).

3.00 PM - Llegamos al depósito y terminamos de subir los bienes Rojas. La dependienta nos saluda efusivamente y nos entrega los juegos de llaves (yo, como era de esperarse, ya perdí mi duplicado). A las 4.00 PM damos por concluidos los trabajos de mudanza, hay felicitaciones y múltiples agradecimientos, brindamos con lo que queda de una botella de agua Fiji y exhaustos, vamos de regreso a Hyde Park. Dejamos al chamo en su casa (mil gracias César!!), pasamos por las maletas de Rojas a la suya y nos vamos a casa de una de sus amigas donde pasaremos la noche y mañana, tempranito a O'Hare. Obviamente, colapsamos.

Las imágenes de la mudanza


César (el más lindo de los lindos! nos ayudó con TODO el trasteo!), Caro y la primera carga de los tiliches Machuca... aquí, estabamos todos felices, llenos de energía bajo la influencia de un Starbucks tamaño litro y medio.








Yo sólo ví que Rojas se tomó el café...ya si le puso piquete o aguardiente para entrar en el mood "Surfin' USA" no lo se ...


















Los bienes materiales de la Rojas.













Los bienes "mancomunados": las dos, felices con sus posesiones (qué tal cómo lo que sale en segundo plano son los miles de rollos de papel de baño...very classy....)
















Nuestro galante caballero andante ( y mi dedo, al tomar la foto...)

















Atención al velocímetro del Secadamóvil...










De cómo dejé de ir al cine

Ayer me dijeron que si ya había visto "Batman, el incio" y contesté "no, no la he visto. De hecho, tengo mucho que no voy al cine, creo que desde Ray o creo que desde Los Increibles". La chica de la embajada me mira como si fuera un fenómeno.

Me pesa no ir al cine como iba antes. La escuela no lo permite, pero extraño los ciclos del Cineforo de la U de G y el Cinematógrafo de Av. México con sus palomitas de maíz de maquinita (de esas recién hechas con palomita de maíz de verdad), que además de no tener tanta sal ni mantequilla como las de Cinépolis, cuestan (o costaban?) la maravillosa cantidad de 10 pesos.

Extraño también la compañía (cuando había) y la solitud de la sala de cine. Mi siguiente proyecto será verme de menos Bewitched o Cinderella Man.

El viacrucis del internship

Unos comienzan temprano (por ahí de noviembre-diciembre del año anterior), otros (como yo) lo dejan "para más tarde". Lo cierto es que llega ese momento del año en que te comienzas a preguntar "y yo qué voy a hacer en el verano".

La semana de vacaciones entre el trimestre de invierno y el de primavera sirve como escenario perfecto para las concebidas entrevistas de empleo o en mi caso (lo digo con un poco de vergüenza), para comenzar mandar y distribuir CVs como si fueran volantes. La semana de spring break sirve pues, para hacer la obligada peregrinación anual a Washington, D.C. Muy trajeaditos y muy abrigaditos, deambulan los estudiantes por la ciudad, tocando puertas y rogando (todo muy profesional) que lo contraten con o sin paga durante el verano. Algunos centran esfuerzos en organizaciones claves (les puedo enumerar a varios que se conocen todos los pisos del Banco Interamericano de Desarrollo). Otros, como yo, llaman por teléfono y recorren la ciudad corroborando que Mr. o Mrs. "encargado(a) de darme empleo" tenga esa hoja de papel bond donde se detalla lo maravilloso que es uno, a fuerza de márgenes de 3 milímetros y letra Garamond 10. Ya de noche y después de una siesta, uno se lanza a los bares a ahogar la incertidumbre del empleo en tragos de 10 dólares, mismos que so financiados con los pocos recursos que quedan para cerrar el mes. Se acaba el spring break, uno regresa a clases (agotado) y se encomienda a cualquier ente o fuerza superior que algo pegue.

En mi caso, nada de lo que traje a D.C. pegó. Sin embargo, las ofertas llegaron por otro lado. Después de algunas charlas con mis psicólogos de cabecera ( gracias Pato & Juan!), me decido a sacrificar los dólares que quedan de la venta de mi coche (el equivalente monetario a las llantas, la defensa de un hermosísimo Sentra 99 color arena) y rechazo la oferta de trabajo pagado en el D.F. por contar con la experiencia de trabajo profesional en cualquier otra parte del mundo. Y así, salen las ofertas de Ginebra, Nueva York y Washington. En el regateo y el análisis de costos, sale victoriosa la capital del imperio. Una vez decidido, se programa el viaje de compras por la ropa veraniega de oficina (aaahh el shopping...mi deporte favorito).

Así pues, se determina que Machuquita se va de intern a la embajada de México en Washington (saben que el Washington Post reportó que al inicio del verano habían llegado a la ciudad 11,000 interns?). El resto de mis compañeros de la maestría se regaron por el resto del país y del mundo. El recuento del verano va a ser muy interesante.

Yo por mi parte, anhelo la llegada de septiembre para irme a GDL de consentida de mis padres a alguna playita mexicana...

La Señora Presidenta

La gran mayoría de los que me leen saben que tal y como mi madre tuvo a bien catalogarme, soy "ajonjolí de todos los moles"... una Max Fischer en potencia. Clases de música? Ahí estuve. De pintura? También. De canto y solfeo? Por supuesto. Idiomas? Obvio. Asociaciones e iniciativas estudiantiles? Indeed as well. La primera empresa de este lado del río Bravo, fue la organización de estudiantes de América Latina de la Harris School (Latin America(n) Matters o LAM) misma que en el colectivo de los estudiantes de la Harris permanece todavía como el club de los auto-segregados latinos (ni hablar, hay que cambiar la imágen). Sin embargo, la nueva aventura llegó un poco de sorpresa y consiste, señoras y señores, en que su servidora es la nueva presidenta de la asociación de estudiantes de políticas públicas de la escuela Harris (Public Policy Student Association - PPSA). Y digo que llegó de sorpresa porque si bien los candidateables pueden autonominarse, el proceso se da más bien por nominación de tus compañeros. Así, entre charlas y un poco de broma en la cafetería del GSB, la Srita. Machuca fue candidateada. Entre que me bajaba del carro y no, me convencieron -y me convencí- de entrarle a la contienda. Hubo campaña política, discurso, director de campaña (el magífico consiglieri Eskenazi de Chile) y maquinaria electoral (voceros, estrategias, coaliciones y negociaciones con el más puro espíritu latinoamericano de contienda y persuación -ojo, el mapachismo y la coerción del voto se limitó solo con el voto latino).

Finalmente, la voz del electorado se hizo escuchar: habemus presidente. Mejor dicho, habemus Madame President. Y ahora, a cumplir con el mandato: reuniones, planes y calendarios de trabajo, cartas de bienvenida, reuniones de colaboración con el resto de los líderes de las organizaciones estudiantiles...válgame, mucho más de lo que se esperaba. Sin embargo, hay proyectos interesantes en el futuro, mismos que serán relatados en este medio ( y por teléfono y por email y por todo lo que amerite).

Por lo pronto, a la par de la planeación de PPSA, trabajo con mis amigos latinos en las actividades de LAM. Corroborado una vez más: a la Machuquita le gusta esto del multitask.

El verano en Chicago

Ahora que termino clases y me apresuro a dejar Chicago con rumbo a la "gran capital", me doy cuenta de que en el verano la ciudad vuelve a la vida: hay gente en las calles, festivales de todo tipo de música en cualquier parque de la ciudad, la gente saca sus mejores sandalias y flipflops y se lanza camisa sin mangas a descubrir y ser descubierto. Y así, uno se topa con los personajes usuales y alguno que otro más peculiar que los de costumbre...

Ya soy "niña grande"

Oficialmente, terminé el primer año de la maestría (increible...).

Ahora soy "second-year" en la Harris, una "distinción" para la cuál no estoy lista en lo absoluto.

Cuando uno llega de nuevo (o de "newbie") las cosas parecen más grandes de lo que en realidad son (he ahí la belleza de la retrospectiva): la universidad se siente imponente, los profesores se observan paridos por Zeus, los compañeros inteligentísimos, la ciudad una extraña imposible de comprender, el clima un hijo de Júpiter que no ayuda en nada, y los de segundo año son unas figuras admirables e inalcanzables. Al termino del primer año académico, uno se da cuenta de que la universidad no es tan asfixiantemente imponente, que los profesores son más bien terrenos (aún cuando existen sus salvadas y meritorias excepciones), que algunos compañeros son brillantes pero que otros NO SON tan inteligentes como uno creía, que la ciudad se entrega al que la espera, que el clima sigue siendo de la chingada y el invierno interminable, y que los chicos y las chicas de segundo año en realidad hace poco se veían y se sentían igual o peor de confundidos que uno. Total que mucho se entiende hasta que es uno el que se encuentra en el umbral del "segundo año": ese periodo en el que se supone que uno ya se las sabe de todas todas. Mentira garrafal. Uno sigue sin saber la mitad de las cosas que se le atribuyen.

Sin embargo, todos esos "no te preocupes, vas a sobrevivir", "acuérdate de comer y dormir bien", "ya cenaste?", "mira, no es tan complicado, te explico de nuevo" que en un principio se sentían distantes y un poco condescendientes se llegan a entender hasta junio siguiente cuando ves a los "grandes" comprando la toga y arreglando la logística de la graduación. Lo cierto es que los voy a extrañar, no sólo a aquellos con los que logré amistar en serio (la mafia defeña, las guapérrimas, el Buki-man y Super-Soo) sino también a todos los personajes que deambulaban por la escuela y que hasta el día de la graduación, mientras los nombran para entregarles el diploma y ponerles la capita de master, terminé por enterarme cómo se llamaban mis bautizados: el fantasma del quiet study area, el gatopardo, la loca de la cantimplora, el chino-sonrisas, el "debut y despedida"...

Y mientras desfilan, se me hace el ojito Remy... junio de 2006, -ready or not- aquí voy.

Recapitulando desde el 14 de mayo

No puedo creer que me haya pasado tanto tiempo sin escribir!

No es de sorprenderse entonces que mis lectores nisiquiera se molesten en dejar comentarios...creo que no hay nada que comentar...

Ciertamente no recuerdo con precisión ni la mitad de las cosas que han sucedido en los últimos 45 días. Sin embargo, aquí va el recuento, asistida claro está, por las notas de mi agenda de bolsillo. Bueno... a "arriscarse" las mangas...here we go.