No recuerdo el día exacto en que los identifiqué por primera vez. Lo cierto es que ahora, aunque no me fije, los veo por todas partes: son los parental tours (los tours de los padres, como se me antojó llamarles). Fácilmente identificables: grupos de 10 a 12 adultos (parejas principalmente), algunos con bebés-monito (vestidos como monitos Michelin), guiados por estudiantes de licenciatura (quienes obviamente conocen y se mueven en el campus con soltura) quienes materializan el sueño de estas santas y santos padres. En las siguientes 4 cuadras antes de mi parada me quedé pensando en qué era lo que podría pasar por la mente de estos hombres y mujeres quienes, con una sonrisa congelada (resultado no exclusivo del clima) en cada cubículo y en cada banca veían a sus hijos.
Ya por la tarde, ese mismo día entré al Oriental Institute y me topo con la exposición Empires in the Fertile Crescent y me quedo sin aliento (literalmente) cuando frente de mí está un relieve Persa del 5000 AC, los frisos de la puerta de Ishtar de Mesopotamia…ahí, justo debajo del salón de lectura Elizabeth More donde me pongo a estudiar…
Quien sabe, si algún día llego a reproducirme, creo que la simple idea de que mi prole se la viva en estos lugares pondrá una sonrisa en mi cara igual que la de los padres que se pasean cada semana por el campus, deseando que cuando regresen a casa, el hijo o la hija sueñe con venirse a Chicago igual que lo hacen ellos.
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