Nighthakws (1942), Edward Hopper
Hoy, me quedé en un alto hasta que terminé de escuchar "Siameses". No había ningún auto detrás de mí que pudiera interrumpir la audiolectura con su claxon. Hoy, la mente prefiere el descanso...
El silencio de la luna (1985-1996) de José Emilio Pacheco
Extracto de la serie de poemas titulados “Circo de noche”:
5. Siameses
Me llamo Tim y odio a Jim, mi hermano gemelo y algo más
Ya que nacimos unidos por una membrana flexible
que otorga libertad de movimiento, hasta cierto punto.
Imposible cortarla pues la escisión
acabaría de golpe con nuestras vidas.
Tenemos dos cabezas muy diferentes:
Jim es glotón y sólo come cadáveres
Yo soy vegetariano, estoico, acético.
Mi rival vive esclavo de la lujuria
y cuánto me repugnan sus contorsiones en mujeres de paga
mientras yo, en vano, hojeo una revista
o finjo distancia mirando en la pantalla videos idiotas.
Yo simpatizo con el pueblo doliente,
mi ideal es anarquista y odio el poder.
Jim ama el capital, gana millones
pues tiene genio para invertir en la bolsa.
Él duerme como un niño, yo soy insomne.
Leo todo el tiempo y Jim detesta los libros.
Me gusta hablar, mi hermano es silencioso.
Aborrezco la casa, él es experto en venados.
Nos hace millonarios nuestra danza grotesca,
los diálogos obscenos que improvisamos,
y los feroces juegos con espadas.
Dice la gente “¡es el acorde perfecto!”,
“¡nunca se han visto hermanos tan idénticos!”
Alguien se ha imaginado nuestra guerra interior,
la lucha interminable que libramos a solas.
Ninguno de nosotros sabrá nunca
qué significa la expresión “a solas”.
No podemos creer que existan seres por separado.
Los consideramos triste mitad de un todo inexistente.
Mellizos de un fantasma o espectrales siameses
que alojan en un cuerpo la dualidad, la enemiga
contradicción de opuestos para siempre enfrentados.
¡Cómo anhelo vivir sin este monstruo que me duplica y estorba!
Y no obstante de noche, conversamos
en nuestra propia lengua inventada
nadie será capaz de descifrar la clave imposible.
En presencia de extraños
no se usa nunca,
la llamamos “desesperanto”;
arde en lumbre de rabia
y odio hacia ustedes.
Si puedo hablar ahora
es porque Jim duerme
su borrachera como puerco en zahúrda.
Despertará en un minuto y entonces
volveremos a la pugna incesante.
Oigan lo que les digo:
de verdad, la convivencia es imposible.
El silencio de la luna (1985-1996) de José Emilio Pacheco
Extracto de la serie de poemas titulados “Circo de noche”:
5. Siameses
Me llamo Tim y odio a Jim, mi hermano gemelo y algo más
Ya que nacimos unidos por una membrana flexible
que otorga libertad de movimiento, hasta cierto punto.
Imposible cortarla pues la escisión
acabaría de golpe con nuestras vidas.
Tenemos dos cabezas muy diferentes:
Jim es glotón y sólo come cadáveres
Yo soy vegetariano, estoico, acético.
Mi rival vive esclavo de la lujuria
y cuánto me repugnan sus contorsiones en mujeres de paga
mientras yo, en vano, hojeo una revista
o finjo distancia mirando en la pantalla videos idiotas.
Yo simpatizo con el pueblo doliente,
mi ideal es anarquista y odio el poder.
Jim ama el capital, gana millones
pues tiene genio para invertir en la bolsa.
Él duerme como un niño, yo soy insomne.
Leo todo el tiempo y Jim detesta los libros.
Me gusta hablar, mi hermano es silencioso.
Aborrezco la casa, él es experto en venados.
Nos hace millonarios nuestra danza grotesca,
los diálogos obscenos que improvisamos,
y los feroces juegos con espadas.
Dice la gente “¡es el acorde perfecto!”,
“¡nunca se han visto hermanos tan idénticos!”
Alguien se ha imaginado nuestra guerra interior,
la lucha interminable que libramos a solas.
Ninguno de nosotros sabrá nunca
qué significa la expresión “a solas”.
No podemos creer que existan seres por separado.
Los consideramos triste mitad de un todo inexistente.
Mellizos de un fantasma o espectrales siameses
que alojan en un cuerpo la dualidad, la enemiga
contradicción de opuestos para siempre enfrentados.
¡Cómo anhelo vivir sin este monstruo que me duplica y estorba!
Y no obstante de noche, conversamos
en nuestra propia lengua inventada
nadie será capaz de descifrar la clave imposible.
En presencia de extraños
no se usa nunca,
la llamamos “desesperanto”;
arde en lumbre de rabia
y odio hacia ustedes.
Si puedo hablar ahora
es porque Jim duerme
su borrachera como puerco en zahúrda.
Despertará en un minuto y entonces
volveremos a la pugna incesante.
Oigan lo que les digo:
de verdad, la convivencia es imposible.
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Gracias a DMMM por el préstamo del CD de poemas de José Emilio Pacheco, poesía en la voz del autor.
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