Hoy me desperté de un humor raro, casi consciente de que un 31 de diciembre en realidad no tiene nada de especial. No obstante, aun en contra de mis deseos, no he podido escapar la inercia del fin de año y toda la semana he recapitulado lo que el 2007 fue, trajo y se llevó. A grosso modo puedo listar que me trajo salud cuando creía que habría problemas más graves. Me trajo de nuevo a mis verdaderos amigos. Me presentó gente nueva que ahora se ha vuelto entrañable. Me dio tiempo con mi familia y mis sobrinos. Pero también me quitó a un ser muy querido, que aunado a la consciencia de la ausencia de la mamma, se volvió uno de los dolores más difíciles de procesar. Me trajo trabajo, noticias y oportunidades que hace un año creía lejanas y difíciles. En resumidas cuentas, 2007 me dio y tomó en proporciones bastante justas.
Para 2008, sin embargo, voy a hacer un ejercicio distinto al de años anteriores. Ahora, la prospectiva será más modesta. No más listas con propósitos específicos. No más fechas ni calendarios por marcar. En 2008, tengo 4 cosas por hacer y nada más. De esas cuatro, haré pública una -vamos, un poco de privacidad con el resto, ¿no? ;) -. En los próximos 366 días, trabajaré en vencer mi temor a ponerme metas más grandes. Doy un poco de contexto, porque esto puede comenzar a sonar a conferencia de autoayuda.
Este año, mis sobrinos me enseñaron lo que es no tenerle miedo a crecer. Cuando los niños juegan y se ponen una meta, hacen todo lo posible por romperla: darle la vuelta al parque en la bicicleta en menos tiempo, meterle un penalti al mejor portero del equipo, patear la pelota más fuerte y más lejos, etc. Y cuando lo logran, se proponen otra meta más grande aún: meterle dos penaltis al portero, por ejemplo. No hay preocupación ni salvedad por el tamaño o la extravagancia del sueño. Lo mejor de todo, es que lo logran y eso los conduce a ponerse mejores y mayores metas. En mi caso, este año logré alcanzar objetivos importantes para mí. Uno de ellos, me lleva a trabajar fuera de México. Sin embargo, estoy un poco aprehensiva al respecto. Aún cuando alcancé la meta, no logro disfrutarla por el temor de no sentirme lista para cosas más grandes. Así de simple: en algún momento del trayecto se me olvidó lo que era llegar a la meta, disfrutar el logro y sin preocupación alguna plantarse otra en la cabeza, por ridícula o extraordinaria que parezca.
Eso es lo que quiero cambiar.
