Cada día que abro mi cuenta de correo electrónico, la bandeja de entrada de la cuenta de uchicago se satura de información sobre charlas, conferencias, mesas de trabajo, presentaciones de avances de tesis de licenciatura, maestría, doctorales, actividades deportivas y artísticas de toda índole. Desde pláticas sobre la influencia del hiphop en la cultura pop de finales de los 90s, hasta otras sobre los orígenes de la investigación epistemológica en el antiguo Egipto. En fin, alimento para todo tipo de fauna.
A mí las que me gustan son las charlas de los grupos de trabajo de demografía, de economía política, de relaciones internacionales y de América Latina. Aunque reconozco claro, que debo diversificar el portafolio.
En casi todas las charlas y actividades, siempre regalan algo: folletos (siempre), playeritas, plumas. Lo que no dan todas es comida. Parece que ésta es algo así como un tipo de privilegio para faunas selectas. Y es que el gorronear la comida no sería un problema, sino fuera porque uno se mal acostumbra y termina en una charla más "modesta" (sin comida) en la que se garantiza una tocatta del ensamble rugidor (a la que a veces, hasta el ponente se une).
Los Nobel de la UofC son ciertamente, una de las especies más privilegiadas. Y no porque los galardonados de cualquier tipo estén en extinción. Créanme, los boletines informativos anuncian con regularidad que el Profesor "Soy Inteligentísimo" del Departamento de Ciencias "me puedes explicar de nuevo a qué te dedicas?" se ganó el Premio "No se si tengo una vida". Los Nobel pues, además de dar miles de charlas en todo el mundo, de contar con el respeto de la gente que entiende el premio (o mejor aún, entiende a detalle el por qué se los dieron) y de tener su obligada camada de groupies (fans -en su mayoría, aduladores-), aseguran que en sus charlas, mesas de trabajo y conferencitas siempre habrá comida gratuita para los asistentes. Una verdadera ganga, un 2X1 donde por una hora de tu tiempo (el bien más preciado por el momento) te aseguran ingesta calórica e intelectual.
Los Nobels y su servidora, la venadita de la serranía: Reconozco que mi rechazo (a.k.a. "salirle al parche") respondía a lo técnico y avanzado de sus conocimientos y a mi carencia de los mismos. Así que el trimestre pasado de manera conscientemente les huía. No quería saber ni su ubicación, ni sus caras, ni porqué contribución les habían dado tan distinguido galardón.
Hace una semana entré a la charla de Gary Becker (Nóbel de Economía, 1992): el hombre nació en 1930, es BRI-LLAN-TE y tiene una lucidez apabullante. Al menos ya puedo contar entre mis experiencias de vida, que en alguna ocasión escuché a un Nobel de Economía hablar en vivo y a todo color. Obviamente no entendí todo lo que dijo: entendí el vocabulario y los tecnicismos sí, pero en la explicación de la metodología y del por qué una variable (todo esto con explicación matemática) se privilegiaba sobre otra, ahí me perdí...literalmente me estaba durmiendo (mentes inferiores). Lo que sí es que se que ya les perdimos el miedo (aah... la belleza de la ignorancia) y se que me gustaría tomar la clase de Becker de Capital Humano -eso, si alcanzo cupo. Y la de Fogel (Nobel, 1991) sobre Población y Economía, y las que vengan, cómo no... (Geronimo!!!!)...
Conclusión: los Nobel, aún siendo una raza privilegiada, no dejan de ser mortales.
No comments:
Post a Comment