Mis amigas, mi estatura y yo

Hoy tuve una reflexión un tanto reveladora: todas mis amigas -con la salvada excepción de Kerrona y ahora Claudia- son más bajitas que yo. Unas por centímetros, otras por mucho...hay incluisive casos en que al caminar por la calle parecen mis llaveritos. Así que me pregunto: será que de manera inconsciente me busco amigas más bajitas que yo? O será quizás que ellas me buscan así?

El hecho base (mi estatura): 1.75 cm.

Preparatoria: 3 amigas del alma. 1.50 y 1.62 y 1.65 cm respectivamente; a la hermana de la primera (amigaza también) le calculo unos 1.67 ...

Universidad: Kerrona es la única de mi estatura, el resto... well... con la intención de no ofenderlas, diré que las dos más bajitas sí pasan la barrera del 1.50 cm. Luego vienen otras que promedian, sin hacerles mucho el favor, 1.68 cm.

Trabajo, clases varias y amistades de la vida (léase entre líneas, mis actividades como ajonjolí de todos los moles): un promedio de 1.65 cm (Doctora, usted y Paredes jalan la curva hacia el +/-1.50).

Maestría: 1.65 cm (la Cris engaña con la estatura y como que descuenta el promedio). Aquí la única que me rescata es Claudia (que le calculo medirá, sin sus concebidos taconazos más fashion que nada) casi lo mismo que yo.

Dato curioso: con los amigos (hombres) no sucede lo mismo, ahí la media es de 1.68, con una desviación estándar de aprox. 7 cm...

Parafraseando a María Félix en su famosísima "Yo me pregunto, por qué no fui fea como todas las demás?"... por qué será que no soy bajita como todas las demás. Me hace pensar que quizás he "perdido" (nótese las comillas de por medio) amistades por ello. Será que uno intimida con la altura?

Lo más tierno de todo es que dos amigas del club del +/- 1.50 cm me dicen "Myrnita"...cositas...

Estoy feliz: este viernes hay un evento en el centro donde hay que ir y conocer potenciales empleadores para el verano, además de otros estudiantes de políticas públicas de Carnegie Mellon. Irradio felicidad porque finalmente tengo un pretexto para arreglarme y dejar, en completa armonía con un dicho colombiano, el look "talco" ("tal-como me levanté").


Por cierto, hoy iba caminando hacia la escuela y por una cuadra me fui soñando despierta hasta que las campanas de la Rockefeller Chapell me despertaron. Menos mal que fue eso y no el claxón de un auto a punto de atropellarme. No cabe duda que soñar no cuesta nada.