Monday, July 27, 2009

happinness

It’s hard to write about, even admit to, simple happiness. It feels somehow indecent. Embarrassing. Immodest. Inappropriate as a topic of conversation for intelligent people.

[…]

Perhaps happiness is interesting, because it isn’t, in fact, simple, or uncomplicated. Perhaps the real thing isn’t just a Hallmark card sentiment.

[…]

For me, I realized in that moment, happiness is inextricably bound up in striving. In straining for achievement, of whatever kind. In having a challenge and making it to the other side.

It doesn’t much matter what the challenge or object of achievement is. If none is obvious, one always presents itself.


Modeling how to take joy.
Judith Warner's Domestic Disturbance
The New York Times March 26


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Fin del capítulo 4 y me acerco cada vez más, a la meta de cumplir con las lecturas del verano. Quité la hoja del árbol que había caído en la solapa del libro, coloqué el separador y di por terminada la lectura por este día mientras sentada, veía se acababa el día acompañado del murmullo de las risas rodaban como canicas por la calle, nueve pisos abajo, desde la 20a hacia la 21a.

“Un buen fin de semana” -concluí. “Vamos progresando en esto de balancear los días” –pensé, mientras sonreía con una mueca de felicidad. “Perhaps happiness is interesting, because it isn’t, in fact, simple, or uncomplicated.”-recordé. “[…] happiness is inextricably bound up in striving. In straining for achievement, of whatever kind”. Perseguir y alcanzar. ¿Será así?

Con esta lógica, el mismo deseo de no tener un objeto, puede convertirse en el objeto mismo -“disfruto el momento por disfrutar el momento”- de la misma manera que el objeto se convierte en objetos, momentos, deseos dispuestos en un encapsulado de infinitas matrushkas rusas.

Pero, qué tal que la felicidad, al no ser pretenciosa, se desviste de complejidades y se vuelve, simple; contenta con ser una matrushka, un momento Hallmark o un capítulo de un libro.

Mi amigo D. siempre sonreía mientras me decía: “Believe me, the key to happiness is low expectations”. La semana pasada, hasta las encuestas y los daneses parecen darle la razón. Quizá, por ahí va la cosa. Quizá, D. sí sabía un poco de lo que me hablaba.

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